La torre del Oro, mole de ladrillos, que no carece de elegancia por su originalidad, a pesar de su maciza y sencilla construcción, y a pesar de la linterna y cupulino que hoy la afean, y que tiene fama en todo el mundo por ser, con la Giralda, los dos únicos monumentos que se conservan íntegros de la secular dominación de los musulmanes en algunos países del medio día de España, fue construida, según refiere el historiador granadino Abd-l-Halim, en los años de 1226 por orden de Cid Abu-l-Olá, gobernador de Sevilla -quien usurpó el poder soberano en el año siguiente al de su construcción- catorce después de la memorable batalla de las Navas de Tolosa y treinta y dos antes de la conquista de la ciudad por Fernando III. Creemos que estuvo destinada a la defensa del puerto de Sevilla, según lo acredita su fortaleza, su situación y proporciones, y su espaciosa plataforma, donde durante el sitio puesto por los cristianos, los moros tuvieron montados ingenios y ballestas de tornos, que lanzaban enormes piedras a largas distancias, flechas empeñaladas (incendiarias) y toda suerte de armas arrojadizas, con que causaban mucho daño a la armada de Bonifaz.
Estuvo unida por una muralla al Alcázar, muralla que fue derribada el año 1821; no dejando comunicación entre esta parte de la Ciudad y el campo de Tablada, más que por un estrecho paso por la orilla del río, a poca distancia del ingenio, grúa o machina de carga y descarga de los barcos. Los moros le dieron el nombre de Borch Adahab; y es tradición popular, que se empezó a llamar del Oro en tiempos de D. Pedro I, porque tenía en ella una parte de sus tesoros, (¿o porque estuvo revestida de azulejos amarillos que heridos por el sol la hacían aparecer como de aquel precioso metal bruñido?).
Siguiendo la línea de lo que fue muralla, desde la torre del Oro hacia el edificio que fue las Atarazanas, y hoy es Aduana, encuéntrase en este punto de la localidad otra torre colosal, si bien más pequeña que la del Oro, llamada de la Plata, que cuenta mayor antigüedad que aquélla -a la que pudo servir de modelo para su construcción- a juzgar por la siguiente aventura que refiere un historiador árabe:
“Una tarde que el príncipe al-Motamid, paseaba en compañía de su íntimo amigo el poeta Ben-Ammar, por el prado de la Plata a orillas del Guadalquivir, a la hora en que el sol se oculta detrás los cerros del Aljarafe, detuvo sus pasos y fijando la mirada en las rizadas ondas, improvisó el siguiente verso:
- El céfiro transformó el agua en brillante loriga...
Rogó a Ben-Ammar que terminase la improvisación y como el poeta tardase en complacerle, una hermosa muchacha del pueblo, que se encontraba cerca de ellos y escuchó la conversación, se apresuró a contestar:
- Hermosa loriga, en verdad, para entrar con ella en la lid, si el agua del río se convirtiese en hielo.
Al-Motamid admirado, hizo de aquella gentil poetisa, su esposa favorita.”
¿Quién dio nombre a quién?, ¿el prado a la torre, o la torre al prado? Si es que como la del Oro no estuvo revestida de azulejos blancos esmaltados que la hacían aparecer como una joya de plata.
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